Un pescador echó su anzuelo al mar y atrapó un pececillo.
Un joven, sentado en el borde de un pozo, vio que un ladrón se le acercaba y, conociendo sus intenciones, fingió llorar amargamente.
Un grupo de mujeres plañideras, a quienes se les había pagado, lloraban la muerte de una de las hijas de un acaudalado padre.
Mientras paseaba en la floresta, en un tibio día de sol, un cervatillo, que iba detrás del ciervo, admiraba el magnífico aplomo y señorío de su padre.
Dos viajeros que pasaban por la orilla del mar, en horas de marea baja, vieron una hermosa ostra.
Un hombre había cazado viva una águila, a la que cortó las alas, encadenándola después.
Una jauría, de perros hambrientos, recorría la comarca en busca de alimento y, cuando pasaron junto a un arroyo, uno de ellos dijo...
A un pastor, que apacentaba su rebaño a orillas del mar, le vino el deseo de hacerse comerciante.
Volando de rama en rama un murciélago adormitado fué a caer sobre un lobo dormido.