Fábula El Coche y El Moscón
¡Arre! ¡Arre, caballitos! —animaba el carretero a dos caballos, que tiraban de su carreta.
El camino era estrecho, con varias curvas que hacían difícil la travesía, impedimentos en los que no pensó y que ocasionaron la caída del vehículo a un profundo lodazal, atascándose.
En medio de la desesperación apareció un moscón que molestaba con sus zumbidos al cochero y a los caballos. El insecto pensaba que así los ayudaría.
Los caballos, a golpe de latigazos, salieron del aprieto. Entonces el moscón dijo al conductor:
—Amigo mío, ya puedes darme las gracias, pues sin mi ayuda seguirías atascado.
Así, muchos hombres son como el moscón: se creen útiles y necesarios, sirviendo solo de estorbo.