Una lechera caminaba canturreando alegremente rumbo al mercado, portando un cántaro de leche. Iba feliz, pues en su imaginación veía muchas cosas hermosas en su futuro.
Cierto borrachito visitaba una y otra cantina, dejando en ellas su salud, inteligencia y fortuna.
Una mujer, al ir a la ciudad, encontró en el camino un cántaro viejo que en algún tiempo guardó excelente vino.