Cierta hormiga, muy singular, caminaba sobre el lomo de un majestuoso buey, sin darle la menor importancia.
Una hormiga previsora, al llegar el verano, juntaba afanosamente granos de trigo y cebada, guardándolos en su granero para alimentarse en el invierno.
Al hundirse una nave con todos sus pasajeros, un hombre, que presenció el naufragio desde la orilla, dijo para sí: